segunda-feira, 28 de setembro de 2009

La luciérnaga y el incompetente - Tradução Victor Hugo Torrres (México)

Sin ningún motivo la culebra pasó a perseguir a la luciérnaga.
Después de larga persecución la luciérnaga quedó acorralada, sintiendo que sucumbiría se detuvo y preguntó al ofidio:
- Doña culebra sé que la señora va a matarme, permítame saber la razón de su deseo. ¿Formo parte de su cadena alimenticia?
- No.
- ¿Le hice alguna cosa?
- No.
- ¿Por qué la señora quiere mi fin?
- Quiero matarle por qué no soporto su luz.
La pequeña historia acontecida con la luciérnaga es más común de lo que se imagina. Basta alguien destacarse en sus actividades para aparecer inmediatamente una culebra queriendo apagar la luz de la pobre luciérnaga.
En cualquier sector de la actividad humana esto es muy común, infelizmente.
La envidia y la incompetencia se visten de crítica severa en la boca de aquellos que no consiguen brillar sin apagar la luz de los demás.
Es muy difícil encontrar en nuestro medio, personas sinceras que deseen ver crecer a los demás. Por regla general las personas juzgan y desprecian, intentando así, menospreciar el trabajo y el valor de los demás.
Si usted ya se volvió una pequeña luciérnaga y comienza a brillar en sus actividades, cuidado, las culebras están sueltas.
Esa situación puede acontecer en su trabajo, en su escuela y lamentablemente en los medios religiosos. Puede creer, la envidia existe independiente del credo religioso.
Si por ventura su talento comienza a aparecer la cosa puede quedar ruin. No va a tardar mucho para que la ponzoña se manifieste sobre la forma más despreciable de calumnia y difamación.
La incompetencia trae consecuencias psicológicas dañinas para el incompetente.
El incompetente pierde la paz, intentando robar la paz de los demás.
El incompetente es infeliz, no acepta las propias limitaciones.
El incompetente es rebelde, no se conforma con la propia condición.
El incompetente es celoso, quiere tener lo que los demás tienen.
El incompetente no duerme bien, pierde horas de sueño incomodado con los demás.
El incompetente no sonríe, llora con las victorias ajenas.
El incompetente experimenta tormentos terribles en la intimidad del ser.
Por más que deseen apagar su luz, no desista, crea en usted.
No detenga sus pasos si en determinado momento usted se topa con una serpiente.
Crea siempre en el amor, crea siempre en sus sueños, valórelos.
Su luz comenzará a brillar en el momento en que usted acepte que la de los demás brille.
Aunque digan que su brillo es insignificante, no crea, pues usted es hijo de la gran luz que es Dios.
¿Qué tal si comienza a brillar iluminando su faz con una gran y bella sonrisa?
¡Vamos allá, eres una luciérnaga de Dios!
Estas aquí en la Tierra para aprender a brillar, o mejor, aprender a amar.

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