sexta-feira, 18 de setembro de 2009

Haciendo tempestad - Tradução Victor Hugo Torres (México)

Tratándose de problemas, debemos tener cuidado con lo real y lo imaginario.
Normalmente tenemos enormes dificultades en discernir el problema real, de los problemas imaginarios que nuestra mente crea.
¿Cuántas cosas existen sólo dentro de nuestra cabeza?
Acostumbrados a observar las situaciones de la vida siempre por el lado más pesimista, acabamos por crear otros problemas que sólo existen dentro de nuestra cabeza.
Es la famosa tempestad en un vaso de agua.
Cuando experimentamos situaciones de enemistad con quien quiera que sea, la fertilidad negativa de nuestra mente elabora, discute y aumenta problemas que en verdad no son reales.
Las personas que afirman no llevar problemas para casa, son las más fantasiosas con relación a esas desagradables situaciones.
No llevan problemas, pero transportan dentro de sí, un verdadero torbellino de emociones y sentimientos tormentosos.
Y piensan: “Cuando yo encuentre fulano, voy a decirle tal y tal cosa, va a ver”.
Esas mentes se quedan gravitando en sí mismas, con pensamientos fijos, cristalizados en la venganza y en la enfermedad psíquica.
Alimentan situaciones mentales tan desagradables, que acaban por aumentar el mal dentro de ellas mismas.
Con este comportamiento, se vuelven víctimas de las enfermedades nerviosas, como úlceras nerviosas, diabetes y otras molestias generadas por las mentes sin vigilancia.
Necesitamos tener cuidado con lo imaginario y lo real.
La precipitación en los juicios, el remilgo por cualquier cosa que nos digan, el sufrimiento por cosas que creemos que sucederán, son factores por los cuáles, lo imaginario alimenta a la mente enfermiza.
Aquel que se deja llevar por ese comportamiento, prevé un futuro que sólo existe dentro de su propia cabeza. Y como está acostumbrado siempre a pensar que lo peor va sucederle, sufre anticipadamente por algo que no existe.
Vivir un día de cada vez, es la mejor salida.
Resolver un problema de cada vez, es medida saludable.
No existe garantía de que estaremos vivos de aquí a un minuto, por eso, quien vive el futuro, deja de vivir en el presente.

Pensar en un futuro feliz es experimentar bien estar hoy.
Pensar en un futuro amargo y de sufrimiento, es sólo sufrir.
La preocupación no resuelve el pasado, acaba con el futuro y nos hace miserables hoy, atormentando nuestro presente.
Cada día su agonía, dice la sabiduría popular. Cuidado con lo imaginario.

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