quinta-feira, 17 de setembro de 2009

Depresión y muerte - Tradução Victor Hugo Torres (México)

No perdemos lo que nunca poseemos.
La vida a veces nos impone la separación de algunos seres queridos a través del fenómeno natural llamado muerte.
La criatura humana sumergida en sus preocupaciones no piensa que tal hecho venga a sucederle; mucho menos, con aquellos que pertenecen a su grupo familiar.
Sin embargo, es de la vida que se muera físicamente; lidiar con las supuestas pérdidas es la mayor dificultad con las que las personas se deparan.
¿Cómo enfrentar momento tan doloroso?
¿Cómo superar la partida de alguien que amamos?
Necesitamos aprender que en todos los instantes debemos estar preparados para una eventual separación.
Todos nosotros tendremos que morir, la diferencia es el día y la hora.
Debemos vivir de tal forma que, podamos manifestar nuestro respeto y amor a los que conviven con nosotros rutinariamente.
Vale recordar que no poseemos a nadie, y nadie nos posee.
Construir relaciones saludables, destituidas del sentimiento de posesión debe ser nuestro principal objetivo.
La mayoría de nuestros sufrimientos es decurrente de las expectativas creadas acerca de aquellos que conviven con nosotros.
Nuestra mente es fértil en crear hechos desagradables.
Como existe en nosotros la predominancia de sentimientos inferiores sobre los sentimientos nobles, invariablemente, tendemos a permanecer más tiempo cultivando pensamientos infelices.
Tenemos mucha dificultad en identificar el lado luz de las personas, pues nuestro lado sombra se manifiesta en mayor número de veces, consecuentemente, nuestros defectos son identificados en nuestro prójimo.
En las relaciones familiares, nuestra tendencia es de sentirnos propietarios de nuestros seres queridos.
Somos exagerados, no sabemos amar.
Por causa de nuestra infantilidad con relación al amor, experimentamos sufrimientos atroces, capaces de arrojarnos en tristes cuadros depresivos, o incluso llevarnos a las fronteras del suicidio.
No somos de aquí, estamos apenas de paso.
Por más dolorosa que sea la separación, necesitamos trabajar dentro de nosotros la verdad de que nada termina con la muerte.
Si usted que lee esta columna esta triste con la muerte de alguien, busque imaginarse en el lugar del ser que partió; ciertamente, donde quiera que esté el ser amado, en este instante desea que usted continúe viviendo.
Viva con equilibrio y serenidad, con la certeza de que un día el reencuentro acontecerá.
La muerte no es mayor que el amor.
Demuestre su amor, amando la vida.

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